LA BODA DE CARLOS

Hoy es un día especial, es la boda de mi primo Carlos y Andrea.

Aunque no me acaban de gustar los eventos sociales, reconozco que en este tipo de días mezclar emociones con la familia despierta la ternura. Es mi consuelo, de esta no me puedo escapar...jejeje, pero seguro me lo pasaré bien y me emocionaré como en todas las bodas: dos personitas que se encuentran en el mundo y deciden sin tener la obligación seguir caminando por él unidos, porque el mundo es diferente así, porque ya no importa el yo sino el nosotros, deciden un buen día que se entere todo el mundo que su decisión va en serio y formalizan por todos los medios posibles esa relación para mostrar que es especial.

¡Y haré un bailoteo con mi abuela Lucía!, la única abuela que tengo, con sus 90 años es uno de los soletes que me ilumina cada mañana, mi debilidad, mis raices. Mi abuela sigue siendo el motor de la familia, aunque esté viejita...tiene el alma tan joven que dudo que pueda reconocerse en el espejo, cuando miro su carita sonriente y sus ojos vivarachos me olvido de los pequeños detalles y veo una amiga joven, de mi edad, aunque con recuerdos y pensamientos de antiguos mundos.